miércoles, 25 de diciembre de 2013

El regalo que nunca te perderías - La verdadera navidad.

El regalo que nunca te perderías.


Alguna vez unos sabios de la época tuvieron la misión de ir a ver quién era ese supuesto rey de los judíos que se levantaría en un pueblo llamado Belén. 
Lo que capaz nunca esperaron ellos era que ese rey de los judíos iba a conquistar el mundo entero. 
No fue un rey en la tierra, aunque muchos lo esperaban así, como lo fue el rey David. Tampoco fue un hombre que conquistó con espadas o con armas al mundo, para nada se pareció a Alejandro magno o Gengis Kan. Algunos pensarán que fue su filosofía religiosa que dio vuelta al mundo, pero no fue su principal fuerte como lo fue alguna vez Mahoma o tipos como Gandhi. No resolvió ante multitudes la discriminación racial como Mandela, tampoco revolucionó la manera en hacer política con democracia o socialismo.

Este hombre revolucionó al mundo por un acto incomprensible e irracional, a tal punto que muchos ante tal acontecimiento se resistieron y se resisten a recibir lo que ofrece. Dar la vida por los que merecían la muerte.
Capaz algún hombre o mujer valiente de la vida por un ser querido, o por otras personas que considera nobles. Este hombre no lo hizo por ellos, lo hizo por aquellos que le dimos la espalda a él mismo, a Dios y en vez de buscarlo decidimos amar nuestro egocentrismo y razonamiento.

El mismo acto de que la salvación es un regalo nos ofende "¿Cómo podría un Dios insultarnos diciéndonos que todo lo que hacemos nosotros no alcanza para salvarnos de la condena del pecado?" Preguntaría todo ser racional. Pero el amor de Dios va más allá de nuestro limitado cerebro.
El amor de Dios fue y es tan fuerte que se hizo hombre, se rebajó de su altar al mundo para nacer como todos nosotros, comer y dormir como nosotros, sufrir como nosotros, trabajar como nosotros, ser insultado como nosotros, llorar como nosotros, y por último, morir como el peor de nosotros.

Pero la historia no termina de una forma trágica sino con alegría, porque aquel que murió, también resucitó. Y es esa resurrección que le da sentido a la navidad. Si ese nacimiento que festejamos hubiese terminado en una muerte terrible de estar colgado con clavos en una cruz, hoy no estaríamos festejando nada.

Los sabios capaz nunca se imaginaron, que ese bebé que lloraba entre animales domésticos, iba a revolucionar el mundo conquistándolo de una manera que ningún hombre pudo e intentó hacer previamente. Regalando amor.

La navidad es el regalo más grande que puede recibir uno de Dios, amor eterno. ¿Recibiste ese regalo alguna vez?
Es tiempo de que abramos el corazón al salvador, no político, económico, sentimental o racional, al salvador de tu alma en pecado que niega la llegada del verdadero Rey. Aquel que es capaz de conquistar tu corazón y renovarlo hacia una santidad que pueda ver a Dios nuevamente.
No pierdas este regalo de hacer que Jesús sea el Rey que provea de amor eterno tu vida. 

Feliz navidad.