De Dios nadie se burla – By Me
Hoy surgió una reflexión
mientras prendía la estufa de la oficina. Mientras se encendía el fuego pensaba
ese pasaje de Mateo 7 que decía- "Muchos me dirán Señor, Señor, en tu
nombre hemos hechado demonios (y muchas cosas más) y yo les contestaré: Apártense
de mí, ustedes que hacen el mal" (contestación de Jesús a aquellos falsos
cristianos).Me acordaba de todos aquellos que alguna vez me aconsejaron la
joda, la ambición por el dinero y el lujo, el adulterio, hacer la mía y buscar
mi deseo, total luego pediría perdón y la misericordia de Dios me daría vida
eterna; incluso gente que hoy tiene cargos en la iglesia (profesores, diáconos,
ancianos, etc.) y dice no arrepentirse de lo que vivió en su pasado; esos vociferaban
esas enseñanzas, muchos de ellos lo llaman "Señor" a Jesús. ¿Qué trágico
no? O triste mejor dicho. Pero mientras calentaba mis manos mi corazón decía una
frase "Dios no es estúpido como nosotros creemos" pero así lo creen
aquellos que no conocen absolutamente nada de Dios. Solo ven una figura mística
y lejana que señala con un dedo o que es tan estúpido como para caer en
nuestros planes tan simples. Creen en la eterna gracia o misericordia de Dios
pero la falta de estudio de la Palabra de Dios no les permite que en sus mentes
o su espíritu entiendan una característica que es incorruptible del creador: su
justicia.
La respuesta a ese
pensamiento corto fue parte de su Palabra que surió en mí primero asomando su
esencia “Nadie puede burlarse de Dios” y de esta forma Googlee ese famoso
pasaje de las escrituras que dice así:
No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también
segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará
corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna. No nos cansemos (No desmayemos) de hacer el bien, pues a su tiempo, si
no nos cansamos, segaremos. Así que entonces, hagamos bien a todos según
tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe. Gálatas
6:7-10 (NBLH)
Creo que esto puede ser
una respuesta para aquellos que creen poder convencer a Dios de su supuesto
arrepentimiento y búsqueda de su misericordia para salvación con un
arrepentimiento planeado.
Aún siendo mi postura un
poco controversial, me veo obligado a decir una convicción importante que hay
en mi corazón: Ser parte del reino de Jesús (algunos prefieren la palabra
cristianos), ser salvo no se gana con un deseo, tampoco es que se gana, se
acepta un regalo. Pero este regalo es tan grande que para aceptarlo tenemos que
vaciar nuestras manos de todo lo que estemos sosteniendo (lujuria, dinero, borracheras,
codicia, nuestra vida…) sino no podremos tomar el regalo de Dios, no cabe en
una sola mano sino en dos y deben estar dispuestas a soltar todo para tomarlo.
Pero muchos tienen la
idea de que se puede tener todo a la vez. Aún sostenidos bajo la influencia de
la cultura de este mundo creen que a Dios lo podemos combinar con ideologías
humanas, religiones, humanismo o simplemente con ideas personales. La Palabra
de Dios es muy clara: “Todo lo que vos vas a sembrar en tu vida, eso vas a
cosechar…” Y sembrar para la carne (lujuria, amor al dinero, codicia, odio,
podríamos resumirlo en lo que llamamos “joda”) es cosechar carne y la carne es
corrupción, muerte. Por lo tanto, si aún buscás sostener tus propios deseos y
caprichos estás rechazando el regalo.
A lo largo de mi vida fui
caminando por varios caminos. Incluso me declaro culpable por también haber
sido uno más de los que cayó en el pecado y en la idea de mezclar a Dios con
este mundo. También fui uno más de los que pensaron que podrían engañar a Dios,
de los que menospreciaron su justicia y tomaron a la ligera el sacrificio de
Jesús para darme un perdón eterno por medio del arrepentimiento.
Pero ese pasado es un
recuerdo doloroso, no es un “no me arrepiento de lo que hice” sino “realmente
me hubiera gustado conocer la verdad antes para no cometer esos crímenes ante
Dios”. Si aún hubiera algo de ese “no me arrepiento” estoy seguro de que aún no
tendría a Jesús en mi vida porque conocerlo significa aborrecer la maldad
porque tendría hambre de justicia, no la mía, la de Dios. Aunque esto no
signifique que deje de pecar hasta que me muera, muestra que de alguna forma no
quiero seguir siendo más como antes fui, sino prefiero la relación constante
con Dios y esto significa un constante arrepentimiento y búsqueda de su Palabra
y no la mía.
Es triste ver una
generación de supuestos “cristianos” que no aborrecen “la joda”. Le damos
importancia a cuestiones de tradición y cultura, ideologías y hasta el
patriotismo terrenal. Todas creaciones humanas.
Todavía creemos que ser
de “mi país” o tener cierta ideología es de más bendición que ser un cristiano.
Concepción totalmente errónea de la ignorancia de caer en la cuestión hegemónica
de los poderes que sostienen este mundo y que te hace sentir más perteneciente
a una cuestión cultural que bíblica, donde nace la verdadera esencia del hombre.
Podríamos decir que tu Señor no es Jesús (aunque así lo llames) sino tu Señor
sos vos, tus pensamientos y tus ideas de cómo tenés que vivir a qué te tenés
que aferrar. Sin embargo Jesús es claro, aclarando que no todos los que me
dicen Señor, Señor, serán salvos.
Ayer tuve la oportunidad
de pensar en qué le diría a Jesús si viniera en este preciso momento. Si aún
pensás que no estás preparado para la llegada de ese último día, si todavía te
faltan cosas para hacer, solo quiere decir una cosa, no estás seguro de que Jesús
es verdaderamente el Señor de tu vida, no conocés a Dios.
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