El día del juicio final
Algún día llegaron las multitudes de todos los tiempos frente al creador en su asiento de juez y éste se puso a juzgar. Y el creador preguntó uno por uno: “¿Qué hiciste con tu vida?”
Un hombre, mirando a sus alrededores perplejo, y aún sin entender lo que ocurrió, decía: “gané demasiado dinero, pero no te lo puedo mostrar. Raramente estoy desnudo ahora, pero te aseguro que fui exitoso”
Una mujer viendo a las otras mujeres, se miró el cuerpo y solo vio desnudez. Ella miró a las otras mujeres y se dio cuenta que no había diferencia: “Juez, creo que sabes que yo fui hermosa en la Tierra y todas estas mujeres que están acá, que ahora se parecen mucho a mí, me admiraban y querían ser como yo, pero ahora no sé cómo demostrártelo, pero te aseguro que fui exitosa”
Un grupo de hombres se miraban entre sí con detalles, como reconociéndose pero negando lo que veían. Uno de ellos al ser cuestionado por el todopoderoso contestó: “Yo luché para que mi raza esté por sobre las demás, y aquellos que están de aquel lado, que ahora no entiendo por qué pero están iguales que yo, eran los hombres de color y los inferiores. Te aseguro que yo fui superior que ellos y que logré establecer la imagen perfecta de hombres y mujeres en la humanidad”
Otro sujeto que miraba constantemente el suelo pensativo se acercó ante el juez: “Las acciones y mis pensamientos marcaron tendencia en la humanidad. Hasta este día fui el autor más leído por diferentes ideologías políticas, cambié sistemas económicos y políticas de estado ¡Fui un gran revolucionario! Pero no tengo ningún libro de los que escribí en mi mano ahora, estoy seguro de que los conocés. Aunque negué tu existencia, seguramente admirarás mi capacidad intelectual.”
Caminando sigiloso y soberbio se acercó un individuo muy seguro: “Yo fui tu representante en la tierra, mi palabra pesaba tanto como la tuya, aunque ahora veo que no es tan así. Incluso gobernaba lo que supuestamente era tu ciudad, pero no sé como mostrártelo porque no tengo nada de mis vestimentas sagradas ahora. Pero tengo la certeza de que vos me estableciste como rey religioso supremo.”
Pasando el trono había dos grandes caminos.
Por un camino, muchos hombres y mujeres caminaban aún sin entender su destino, donde estos últimos sujetos estaban siendo enviados. Por el otro lado, una multitud mucho más pequeña se alegraba mientras eran vestidos con ropas blancas y disfrutando del reencuentro de unos con otros.
Mientras estos hombres y mujeres eran llevados hacia el mismo camino de incertidumbre, un hombre se acercó sonriente y con certeza de su respuesta: “Esperé mucho este momento. He trabajado día y noche para que muchos de los que van por ese camino de alegría estén ahí. Aún cuando fui condenado a muerte, no me cansé de llevar la única verdad que hoy me da alegría seguir teniendo, porque mi verdad está sentado a tu derecha y es Jesús, y no es por lo que yo haya hecho que puedo estar confiado, sino porque acepté lo único que es eterno: el perdón y el reinado de Jesús en mi vida”
El creador con ojos resplandecientes tocó la frente de éste último hombre y una corona se formó sobre él.
Y le dijo: “Sabés el camino, mi querido hijo. Andá con confianza con tus hermanos”
Las multitudes seguían avanzando y las puertas de la eternidad permanecían abiertas. Los ángeles veían ante sus ojos el fin de los tiempos y el inicio de la nueva era.
Algunos hombres y mujeres no podían creer que esa verdad tan absurda era real: existía un cielo y un infierno, y el cielo no era un destino para los hombres exitosos de la tierra, sino un lugar para los que habían creído”. Tampoco era cosa de religiosidad, muchos estaban confusos porque creían que tenían que estar del otro lado pero sus innumerables acciones no podían pagar el precio del perdón.
Sólo había un requisito, que el Hijo diera testimonio a favor para la absolución.
Cuando el juicio concluyó, las puertas del Hádes se cerraron y la separación fue absoluta. Ya no había más tiempo, porque el creador concluía con su obra perfecta. La humanidad que alguna vez creyó ser dueña del mundo y de la historia, hoy se encerraba bajo las llamas de un fuego eterno o frente al gran trono celestial en la ciudad de oro y cristal.
El fin de los tiempos era una realidad, todas las mentiras y lo material cesaron, y la única verdad sostenible era la que siempre fue y será por toda la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario