martes, 15 de abril de 2014

La paradoja de los legalistas - Mateo 27:4-6

La ley antes que el pecado.














—He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente.
—¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!
Entonces Judas arrojó el dinero en el *santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.
Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es precio de sangre.» Mateo 27:4-6

Los religiosos de aquella época habían complotado matar a Jesús. Sin embargo, aún habiendo pagado dinero para que entregaran a un hombre inocente a la muerte, éstos creían que su cumplimiento de la ley los justificaría ¿No ocurre esto hoy en día?

Los religiosos de aquella época mataron al Mesías injustamente, y luego se preocuparon por cumplir la ley de no poner dinero sucio en el templo. ¿Sorprendido por la incoherencia?

Hoy asistimos al culto los domingos, ¡hacemos el diezmo!, escuchamos los sermones, hacemos un estudio bíblico, etc. Pero cuando hay gente al rededor con necesidad nos hacemos los tontos, vivimos vidas inmorales y totalmente ambiciosas despilfarrando dinero, buscamos más la recreación personal pero cuando un hermano o líder nos pide un favor lo recibimos de mala gana. ¡Cumplimos la ley! La ley que queremos.

Jesús vio la hipocrecía de los líderes religiosos de la época ¿Qué diría de vos hoy? ¿Te preocupaste más por la necesidad del hermano que por cumplir con leyes irrelevantes? ¿Dejaste los legalismos para mostrar el verdadero amor de Jesús? ¿Vivís en santidad o en legalidad?


Sin ir más lejos, hay cristianos y hasta líderes que creen hacer lo correcto y esa es su excusa para vivir esta contradicción. Sin darse cuenta, hoy se ocupan más por esa legalidad sin fundamento en lo irrelevante y en la tradición, y con esto hoy pierden a una generación que puede ser evangelizada con el amor de Cristo.

Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros. Mateo 27:7

Capaz sin darte cuenta, estás comprando un terreno con monedas manchadas de sangre, y con eso crees que estás cumpliendo la ley.


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